OLIVENZA Sierra de Alor

De 611 metros de altura, destaca en la llanura predominante en la comarca. En su gran parte abunda el cultivo del olivar, salvo en su zona sur que es adehesada. Su flora y fauna son de una gran riqueza. La primera abunda en especies aromáticas como el orégano, la menta o el tomillo, aunque la reina es la denominada Rosa de Alejandría, o Rosa albardeira, una especie de peonía (paeonia broteroi) que florece por el mes de abril en una abundancia que la convierte en gran atractivo para senderistas.

Para apreciar tanto la riqueza vegetal como la faunística, proponemos la siguiente ruta senderista:

El recorrido total será de 10,5 Km, corto pero de pendientes pronunciadas, y la salida se hace desde unos 500 metros antes de llegar a la Aldea de San Jorge de Alor, cerca de su cementerio, por un camino ancho, bien acondicionado. A los pocos metros del comienzo de encuentra un primer panel informativo con los elementos de interés de la ruta. Una subida de cuatro Km. entre olivares nos conduce hasta el chozo del “Tío Peliñas”, que servirá de refugio en caso necesario. El primer kilómetro y medeio es suave, hasta llegar a una majada de cabras que aparece por la derecha. La leche de estas cabras, que pastan las yerbas aromáticas de la sierra, producen las premiadas quesadillas. El tramo que sigue se complica debido al comienzo de una pendiente pronunciada. En caso de hacer el viaje en bicicleta, se imponen algunas paradas para descansar. A partir de aquí el camino se hace más difícil, con subidas muy duras. Aquí se adueñan del paisaje los olivos, encinas, orquídeas, plantas aromáticas como el tomillo, orégano, cantueso y, naturalmente, la espectacular peonía ya citada. Al superar el tercer Km. aparece una bifurcación. Se recomienda seguir al frente, abandonando el camino de la izquierda que conduce al cortijo de la “Piedra Furada”. Encontramos después una primera cancela. Aquí la dificultad disminuye durante algunos metros para volver a cierto grado de dificultad. Durante todo el camino se observan muchas aves insectívoras (carbonero común, herrerillo común, trepador azul, mosquiteros, currucas...)  y más de un conejo.

En el chozo ya citado, se puede hacer un alto para reponer fuerzas. El último tramo nos lleva a un mirador, magnífico balcón que se asoma al lado sur de la sierra, donde la pendiente es más escarpada. Ante la vista se ofrecen grandes dehesas que albergan fincas de toros bravos, con sus placitas para capeas y el castillo roquero de Alconchel al fondo. Subiendo un poco más hacia poniente se ha construido una torre, junto al vértice geodésico que marca la parte más alta. En su terraza, una pirámide de metacrilato reproduce un plano de situación del espacio circundante. Aquí podremos observar una gran variedad de aves entre las que citaremos:

Águilas reales y calzadas, águilas perdiceras, cigüeña negra, grullas y ánsares comunes que van de paso.

Se recomienda hacer el descenso hacia el chozo ya citado por una vereda, a la que sigue un camino, pasando un primer tramo de bosque mediterráneo con abundantes arbustos tipo coscoja, labiérnago, madroño y aladierno. Surgirá de nuevo el olivar que conduce hasta la carretera inicial, pero debemos detenernos y refrescarnos en el pozo de agua que allí se encuentra.

Se trata de encaminar el rumbo hacia el cortijo denominado “Pozo del Caño”. Allí se capturó en 1781 al famoso bandolero y contrabandista Diego Corrientes, que encontraba en las entonces tierras portuguesas de Olivenza un buen refugio. Desde aquí el camino discurre por la carretera que conduce a la aldea. A la izquierda se puede contemplar la vieja atalaya de “Las Moitas”. Se completan así los diez kilómetros propuestos.

Ubicación